Unos de los debates perpetuos del cine es cómo
deben hacerse las adaptaciones de obras literarias ¿Deben seguir al pie de la
letra el texto del que parten respetando escrupulosamente estructuras,
personajes, escenas y diálogos, o deben buscar su propia personalidad? ambas
opciones han demostrado resultar
erróneas llevadas al extremo, tanto en
películas lastradas en exceso por el lenguaje literario hasta nacer heridas de
muerte en el caso de la primera opción,
como en despropósitos como el “Romeo y Julieta” post-moderno – semi-tarantinesco
de Baz Luhtmann en la segunda.
David Trueba se alinea con
una postura intermedia que parece la más adecuada y que recientemente ha
aportado resultados enormemente satisfactorios en la adaptación de obras tan
dispares como “El señor de los anillos” o “Las horas” .La idea, aplaudida por el
propio Javier Cercas, autor de la novela “Soldados de Salamina”, la resume a la
perfección el escritor:
La única forma de ser fiel al espíritu de la novela es traicionando su letra. David la ha despojado de todo cuanto en...
ella es exclusivamente
literario, para acto seguido buscarle una traducción cinematográfica”
Y, a
través de sucesivas pinceladas, testimonios, documentos y no pocos
sentimientos, la historia va calando y
consigue alcanzar una perspectiva amplia y universal que la hace especialmente
interesante sin tomar partido (algo no
muy habitual en la filmografía sobre la guerra civil) ni hacer juicios
globales, ayudando a comprender y superar lo genérico descendiendo hasta lo
individual tanto a través de los protagonistas del hecho histórico como a través de la propia búsqueda de la
protagonista de su película.
Así en medio en medio de una vorágine
de masas como es la guerra, “Soldados de Salamina” contrapone frente a
ellas a las personas individuales, sacando en conclusión del
enfrentamiento entre ambas que siempre hay individuos por encima de la
sinrazón colectiva. Los hubo en el lado republicano y en el bando nacional, y
afortunadamente los hay y habrá en todas las guerras.
El cielo de la memoria
Y, ésos, los que casi siempre quedan en el
camino, los que no pasan a
la historia ni aparecen en los libros, los que no
alcanzan el cielo de
los creemos en el cielo de la memoria, son muchas veces los verdaderos héroes.
Girando una y otra vez entorno a la imagen de la escena entre el soldado y el prisionero, casi mágica (y ahí como siempre, tiene mucho que decir la fotografía de Javier Aguirresabore), una hábil labor de montaje y ambientación se muestran claves para lograr un buen grado cohesión entre todos los aspectos abordados desde los documentos históricos de la época hasta los testimonios de algunos de los protagonistas reales (según Trueba para él, era... Imprescindible introducirlos si quería lograr una “sensación de verdad , de arqueología sentimental”), sin dejar de lado la historia de unos de los personajes de ficción bien plasmados por el reparto (excepto el de Sánchez Mazas, con un Ramón Fontseré que parece no haberse bajado del escenario teatral), en el que Adriadna Gil está correcta, pero en algunos momentos se vea apabullada por espléndida María Botto (“Celos” , “Silencio Roto”) que se come cámara y celuloide . |
Esto no quiere decir que a la labor del
director y guionista madrileño no puedan ponérsele peros, resulta
mareante... el abuso que en algunos momentos hace de los movimientos de cámara (el
recurso de la cámara en mano es una cierto a lo largo de toda la escena del
bosque, pero se hace innecesario en otros pasajes de la cinta), algunas frases
del guión se presentan de forma en exceso rimbombantes y premeditadas,
perdiendo algo de frescura. Y, el ritmo resulta algo quebradizo, pero el
madrileño parece dar con esta “Soldados de Salamina” un paso firme
hacia la madurez, lo cual no pueden decir muchos directores de nuestro
cine, y sobre todo ha conseguido dotarla de alma. Dice Trueba que su película
es un “Viaje hacia el pasado para encontrar el futuro..."
”Soldados de Salamina”
Lástima es que por los acontecimientos sobrevenidos en la semana del estreno , ”Soldados de Salamina” ha resultado encontrarse con el presente. Y, ha aparecido más vigente que nunca, casi necesaria y obligatoria, aun con su imperfecciones ... "porque como se dice en la película"... “las guerras las pierdes los mismos”.
En 2002 el director de cine español David Trueba llevó esta novela al cine, con el mismo nombre, Soldados de Salamina. La película se estrenó en España en 2003, siendo nominada en 2004 a ocho Premios Goya, de los cuales obtuvo uno, a la mejor fotografía, la cual estuvo a cargo de Javier Aguirresarobe.
En esta versión cinematográfica se sustituyó la figura de Roberto Bolaño por la de un estudiante mexicano interpretado por Diego Luna, en tanto que el narrador Javier Cercas fue protagonizado por la actriz Ariadna Gil, en el papel de Lola Cercas.
A partir de las fotografías del rodaje tomadas por el fotógrafo David Airob, Cercas y Trueba, con la edición de Luis Alegre, publicaron en 2003 el libro Diálogos de Salamina: Un paseo por el cine y la literatura, el cual contiene diversas conversaciones entre el director de cine y el escritor, donde hablan acerca de los procesos de creación e interpretaciones personales acerca de sus respectivas versiones de Soldados de Salamina.
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