martes, 12 de febrero de 2013

“La Chaqueta Metálica”







El filme está dividido en dos partes:   la segunda desarrolla la presencia del recluta Bufón en Vietnam, y de cómo llegar a matar se puede ¡ traducir  en un ejercicio de humanidad! También se emplea este segmento para reflejar distintas posturas de los soldados americanos allí  destacados: el cínico, el psicópata, el que sólo quiere volver a casa, y el que cree en la causa que está defendiendo, todos ellos tratados, sin embargo, con la ternura del que asiste a una función escolar. Kubrick aliña en cierta manera a sus personajes  y así los descarga de su responsabilidad moral. Porque el director quiere poner énfasis en los altos mandos, que aparecen retratados como ignorantes de fabricar ¡ máquinas de matar!  

Son oficiales deshumanizados, muy del gusto de las  modernas teorías  que sostienen que los miembros del ejército nacen de coliflores  y no de padres y madres como el resto de los miembros dela comunidad. Son personajes diferentes, diferenciados y a ellos se les responsabiliza de lo inhumano de una guerra.

La violencia es un tema constante en el cine de Kubrick “La chaqueta Metalica” aborda el tema de la violencia en su forma más acromegalia e institucionalizada: la guerra. Pero, no es ésta otra película en la  que se retrate el calor pegajoso de la selva Vietnamita. Muy al contrario, y muy en la línea de su director.

 Las imágenes son más bien asépticas, se aprecia un orden considerable tanto en la planificación visual, como sonora, como en el montaje, y si uno está atento puede percibir claramente  el sentido coreográfico de su autor (sobre todo en  la secuencia de batalla) Nada de batiburrillos reflejando el caos en el que se convirtió la participación americana en Vietnam. Caos no sólo por las incompatibles guerras de guerrillas (inventada por cierto por un español: Gonzalo  Fernández de Córdoba, el Gran Capitán), sino asimismo por la falta de claridad en el objetivo, aspecto presente  en la película.


Mientras  la mitad de América creía que estaban en Vietnam ayudando a mantener las reglas del mundo libre en el Sureste Asiático, la otra mitad (en ese rasgo aislacionista tan americano), no entendían  ¡qué se les había perdido allí! ni mucho menos por qué  tantos soldados americanos no voluntarios, estaban muriendo en un país del que casi  no se  sabía ni en qué parte del mapa estaba (fue esta guerra el punto que marca la profesionalización de los ejércitos.
De ahí que la primera parte de la película (la más potente), aquella dedicada al período de instrucción del recluta Buffón en los marines, recuerde tanto a otras obras como “La naranja mecánica”, por lo que de distorsión de la persona tienen. Este acto está rodado  con una pulcritud absoluta sin renunciar a la estilización propia de autor, también en los diálogos, todos ellos memorables. Es tan incomprensible a ciertas horas del día la preparación de  estos marines, que las película goza de un humor subterráneo muy rayado  en lo absurdo. Sin embargo, más allá del chascarrillo  filosófico, al llegar al metraje desarrollado en Vietnam, se llega  a entender  por qué  otro tipo  de preparación sería  inútil y por lo tanto ridícula.

 En el recinto  de instrucción, podemos contemplar a Vicente D’Onofrio, quien engordo 32 kilogramos para este trabajo, y en cuya cara podremos ver expresiones que vimos en el Malcom McDowell de “La Naranja Mecánica”  y en el de Jack Nicholson en el Resplandor. Los surasiáticos casi no aparecen reflejados  sino es para vender a sus mujeres para prostitución, afición que parece que mantienen  y a la que, según los periódicos, los españoles no le hacen ningún asco y el asunto de despachos, drogas, repercusiones  en USA , y, la vuelta a casa, simplemente no existen en “La Chaqueta Metálica”.



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