El filme está dividido en dos partes: la
segunda desarrolla la presencia del recluta Bufón en Vietnam, y de cómo llegar
a matar se puede ¡ traducir en un
ejercicio de humanidad! También se emplea este segmento para reflejar distintas
posturas de los soldados americanos allí
destacados: el cínico, el psicópata, el que sólo quiere volver a casa, y
el que cree en la causa que está defendiendo, todos ellos tratados, sin embargo,
con la ternura del que asiste a una función escolar. Kubrick aliña en cierta
manera a sus personajes y así los descarga
de su responsabilidad moral. Porque el director quiere poner énfasis en los altos mandos, que aparecen retratados como ignorantes de fabricar ¡ máquinas de matar!
Son oficiales deshumanizados, muy del gusto de las modernas teorías que sostienen que los miembros del ejército
nacen de coliflores y no de padres y
madres como el resto de los miembros dela comunidad. Son personajes diferentes,
diferenciados y a ellos se les responsabiliza de lo inhumano de una guerra.
La violencia es un tema constante en el cine de Kubrick “La
chaqueta Metalica” aborda el tema de la violencia en su forma más acromegalia e
institucionalizada: la guerra. Pero, no es ésta otra película en la que se retrate el calor pegajoso de la selva Vietnamita. Muy al contrario, y muy en la línea de su director.
Las imágenes son más
bien asépticas, se aprecia un orden considerable tanto en la planificación
visual, como sonora, como en el montaje, y si uno está atento puede percibir claramente el sentido coreográfico de su autor (sobre
todo en la secuencia de batalla) Nada de
batiburrillos reflejando el caos en el que se convirtió la participación
americana en Vietnam. Caos no sólo por las incompatibles guerras de guerrillas (inventada
por cierto por un español: Gonzalo Fernández
de Córdoba, el Gran Capitán), sino asimismo por la falta de claridad en el
objetivo, aspecto presente en la película.
Mientras la mitad de
América creía que estaban en Vietnam ayudando a mantener las reglas del mundo
libre en el Sureste Asiático, la otra mitad (en ese rasgo aislacionista tan
americano), no entendían ¡qué se les
había perdido allí! ni mucho menos por qué tantos soldados americanos no voluntarios,
estaban muriendo en un país del que casi no se sabía ni en qué parte del mapa estaba (fue esta
guerra el punto que marca la profesionalización de los ejércitos.
De ahí que la primera parte de la película (la más potente),
aquella dedicada al período de instrucción del recluta Buffón en los marines,
recuerde tanto a otras obras como “La naranja mecánica”, por lo que de distorsión
de la persona tienen. Este acto está rodado
con una pulcritud absoluta sin renunciar a la estilización propia de
autor, también en los diálogos, todos ellos memorables. Es tan incomprensible a
ciertas horas del día la preparación de
estos marines, que las película goza de un humor subterráneo muy
rayado en lo absurdo. Sin embargo, más
allá del chascarrillo filosófico, al
llegar al metraje desarrollado en Vietnam, se llega a entender
por qué otro tipo de preparación sería inútil y por lo tanto ridícula.
En el recinto de instrucción, podemos contemplar a Vicente
D’Onofrio, quien engordo 32 kilogramos para este trabajo, y en cuya cara podremos
ver expresiones que vimos en el Malcom McDowell de “La Naranja Mecánica” y en el de Jack Nicholson en el Resplandor. Los surasiáticos casi no aparecen reflejados
sino es para vender a sus mujeres para prostitución, afición que parece
que mantienen y a la que, según los
periódicos, los españoles no le hacen ningún asco y el asunto de despachos,
drogas, repercusiones en USA , y, la vuelta a
casa, simplemente no existen en “La Chaqueta Metálica”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario