Obra maestra del séptimo arte basada en un texto de Tennese Williams dirigida por Elia Kasan. La
principal virtud de esta película se
advierte rápidamente en unas presentaciones del los personajes muy efectivas,
contando diálogo del texto original y cambiándolo
por imágenes. Dando mayor presencia cinematográfica, y consiguiendo en muchos minutos
romper la teatralidad del original.
Sin embargo, sobre todo debido a los bruscos finales de las escenas
en el original de Williams, hay momentos donde es fácil darse cuenta que esto es una obra de teatro.
Hablar de “Un tranvía llamado deseo” y no alabar Marlom Brando es poco menos que un sacrilegio. Su interpretación es
tan brutal que te deja embobado mirándolo, sin prestar atención a nada más. Es
impresionante como una sola mirada puede
causar miedo, como una expresión de su cara expresa más que miles de muecas
de otros actores del Hollywood actual. Ningún otro actor podrá jamás interpretar a Stanley Kowaiski, porque ningún actor
se acercará a la maestría de Marlon
Bramdo.
Dirigida por Elia Kasan |
Sin embargo sería injusto no alabar la interpretación de Vivien Leigt , porque su construcción de mujer del sur, de reina de la ilusión de personaje frustrado que sólo busca amabilidad es sencillamente perfecta. El miedo en sus ojos es real. Su empequeñecimiento delante de Stanley te hace sentir lastima, este fue el único personaje que interpretó digno de compararse con O'hara Escarlata. Ambos actores consiguieron una química brutal e irrepetible.
En un plano más secundario Kim Hunter ofrece otra magnífica
interpretación digna de elogio.
La adaptación del guion es muy complicada,
especialmente porque el original no tiene desperdicio. Sin embargo de adaptación de los personajes nunca se
tiene la sensación de que faltan partes
(como ocurre con muchas adaptaciones),
algunos cambios de decorado ayudan a romper
un poco la teatralidad que
como ya dije antes
no se consigue eliminar por completo. La batalla entre Blance y Stanley
no lo ve. El usa la violencia
porque es la única manera que
encuentran de expresar sentimientos, la
violencia y el sexo. Y, la última línea
de Blanche : “Siempre he dependido de la
amabilidad de los extraños” resume
perfectamente a un personaje solitario
y triste.
A Stanley lo resume perfectamente una sola,
que necesita ser el jefe, y que no puede
ver su hábitat invadido.
Banda sonora de ensueño para acompañar perfectamente
la acción y una de las mejores
fotografías en blanco y negro de la historia ayudan a que esta cinta tenga la suerte de contar con muchas escenas
maestras, como la antológica reconciliación entre Brando y Kim Hunter, la violación de
Vivien Leith o la salida de esta acompañada por el médico. Escenas maestras.
Sin embargo el final de la obra de
teatro es mucho mejor que el de la película.
El cual sabe a censura, en fin… no importa. Por ver a Brando tirar un vaso a la
pared merece la pena tragarse lo que sea. ¡Maravillosa película!
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